Por Salvador Santos Cedillo.- Amigas y amigos les agradezco su generosidad al leer mi opinión de esta semana. Que tengan mucho éxito.
Si algo he aprendido, y a la mala, es que hay veces que de quién menos te los esperas te miente, ya sea un amigo, una novia, un socio, una jefa, puede ser cualquiera pero el principio es el mismo, la confianza por las promesas.
Promesas que muchas veces se dicen sin pensar a futuro, sin pensar si quiera si son realizables, o peor aún, se promete y se promete con el propósito de recibir algo a cambio para que al final, cuando ya consiguen lo que quieren, de la nada se les olvide lo que dijeron, ¡y aguas! porque hasta hay quienes mienten mirándonos a los ojos.
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En el contexto actual que vive el país y que está por iniciar a nivel local en nuestro municipio, seguro habrá una lluvia de promesas, muchas de ellas disfrazadas de propuestas mágicas que de un día para otro resolverán todos los problemas.
Amigas y amigos, se los dice alguien que ya aprendió la lección, la confianza se gana con resultados, con hechos y no con palabras.
Hoy más que nunca necesitamos restaurar la confianza ciudadana, y no hay mejor forma de hacerlo que a través de cosas reales, de cosas que pueda ver y sentir la gente. Las promesas cualquiera las dice, cualquiera puede hablar bonito, pero pocos tienen la capacidad y la autoridad moral para decir que cumplen su palabra.
Muchas gracias.